El nuevo Power Dressing

Los lobos de Wall Street no eran los únicos que a finales de los años 80’s alardeaban de su poder por medio de la imagen.

Ellas, las -primeras- ejecutivas, también lo hacían aunque con un fin muy distinto. En un mundo de hombres, ocupando puestos directivos que hasta entonces nunca habían pisado unos tacones, buscaban proyectar a través de la moda una imagen de eficiencia, de igualdad.

Como sacados directamente del armario masculino, trajes con grandes hombreras, chaquetas entalladas de solapas anchas, corbatas ajustándose a sus finos cuellos, mangas ranglan muy marcadas, cazadoras oversized en piel. Se contrarrestan con faldas entubadas a la rodilla o plisadas y afilados zapatos de tacón. Armani y Chanel eran las marcas más buscadas.

Todo ello coronado por un buen cardado, cuanto más voluminoso mejor, sombra de ojos y mucho oro.A esta tendencia se le llamó Power Dressing y no se me ocurre un nombre mejor para vestir a estas mujeres de negocios ambiciosas y triunfadoras.

El Lobo de Wall Street y Melanie Griffith en el film de 1988, Working Girl, sirven de inspiración para que hoy la moda rinda su particular homenaje al “Dress for Success” reinterpretando esta tendencia.
El nuevo Power Dressing está lejos de las hombreras superlativas pero mantiene su esencia, esta vez, más sofisticada y menos agresiva.
La editorial Working Girl publicada en la edición de Febrero de Dazed&Confused y algunos trajes de las colecciones pre-Fall de Kenzo, Givenchy o Balenciaga nos dan las claves para conseguir todo el Power sin necesidad de cardarnos la melena.

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